Transcrevemos,
aqui, um artigo de Yoani Sanchez, a blogueira que esteve recentemente no
Brasil, para desgosto do governo mensaleiro aqui instalado. Como todos sabem, há
perfeita sincronia entre o governo petista, a ditadura de Cuba, e a “democracia
chavista” da Venezuela. Yoani Sanchez é voz isolada que escreve sobre o “outro
lado” do país comandado pelos irmãos Castro.
En
el Día Mundial de las Telecomunicaciones y de la Sociedad de la Información
Se ven iguales que todos
los demás: pequeños, revoltosos, dispuestos al juego y a la burla, como
cualquier niño. Pero algo los distingue, más allá del barrio donde viven o de
la familia que tienen. Forman parte de una generación que se le escapa al
adoctrinamiento de los medios oficiales, pues se ha refugiado en la
programación televisiva ilegal. Son “los hijos de la antena”, los consumidores
directos de la cartelera de esas parabólicas tan perseguidas como extendidas.
Cuando la maestra les pregunta en el aula si vieron el noticiero del día
anterior, son de los que miran hacia el techo o se inventan una respuesta. Pero
cuando interactúan entre ellos, todos se saben el nombre del presentador de
moda en La Florida o de la ganadora del último concurso de Nuestra Belleza
Latina.
No hay estudios claros de
cuántas personas en la Isla acceden a estos canales proscritos. Resulta difícil
calcularlo porque es un tema del que se habla poco en público por temor a las
confiscaciones y a las multas; pero también porque basta que una familia tenga
una de esas antenas parabólicas para que pase la señal por cable a una decena,
una veintena o medio centenar de casas de vecinos. Los más atrevidos hasta han
instalado el tendido por debajo de las calles, después de fingir que hacían una
reparación autorizada a causa de alguna tubería rota. El dueño principal del
perseguido artefacto es quien decide la programación que después verán todos
los abonados en sus respectivas pantallas. El precio mensual ronda los 10
dólares, aunque algunos pueden tener el servicio gratis, especialmente los
delatores del barrio a los que se les compra de esa forma su silencio.
Sin embargo, más allá de
estos detalles técnicos de cómo se comete tal ilegalidad, los más interesante
es el fenómeno sociológico que está generando. Muchos cubanos de las jóvenes
generaciones –especialmente en la capital- apenas si consumen la televisión
nacional. Se han escapado de la dosis de ideología que ésta porta y la han
sustituido por un surtido más frívolo pero menos politizado. Entre esa teleaudiencia
hay muchos niños, para los que el efecto de las consignas y las campañas
oficiales va en detrimento. Son los hijos de la antena, amamantados con lo
ilícito y acostumbrados al otro lado de la información, o de la desinformación.
Han crecido con el control remoto entre las manos y con dar un simple clic
acceden cada día a lo prohibido.
P.D: “no tiene sentido prohibir” la circulación de
noticias, pues ello es “casi una quimera imposible” porque la gente “las
conocen”. “Hoy las noticias de todos lados, las que son buenas y las que son
malas, las que están manipuladas y las que son verdades, las que están a
medias, circulan por las redes, llegan a las personas, las gentes las conocen,
y lo peor es el silencio”, indicó el funcionario ante una conferencia de
educadores, según un reporte televisivo” aseguró hace pocos días Miguel
Díaz-Canel, primer vice presidente de Cuba.

Nenhum comentário:
Postar um comentário